Estéticamente, psicológicamente, el espíritu, los hechizos, los demonios, son las formas humanas, en que el ser viviente puede traducir con palabras la emoción de belleza que le produce el paisaje. Roberto Arlt
La primera mañana en Sicilia desayunamos temprano en una amplia terraza con vista al mar cuyo cielo raso era un entrelazado de añosos ficus. La vista de la bahía de Mazzaro era deslumbrante. El cielo estaba completamente despejado y luminoso. Luego partimos para Taormina. A unos diez minutos del hotel estaba el funicular que subía a la ciudad. Es posible también subir en auto pero hay que dejarlo en un Parking de pago bastante caro y es común que esté completo sino suben temprano. Es posible subir caminando pero es una senda muy exigente sobre todo en verano. Por la ciudad prácticamente no se puede transitar con vehículos salvo algún que otro camino periférico. O un acceso especial a un hotel de alta categoría. Así que subimos al funicular que en pocos minutos nos dejó en Taormina, Subimos unas escalinatas y se escuchaba el son de un acordeón tocando un vals. Había muchas familias de inmigrantes ,de aquellos desolados que llegan como pueden si su dios lo quiere desde las costas africanas. Vendiendo cosas frente a tiendas pequeñas de souvenir.
Sabía que iba a encontrarme con una ciudad muy bella y lo primero que quería visitar era el anfiteatro griego. Pero lo que no sabía era la magnitud de lo que viviríamos en esa ciudad.
La ciudad fue fundada por los griegos en el 736 a. C., con el nombre de Naxos. Es sin duda, una de las joyas de siciliana.
Emplazada a doscientos metros de altura, sobre el Monte Tauros, una espléndida terraza natural, Taormina, la antigua colonia Tauromerion, fundada por colonos huidos de la saqueada Naxos en el 403 a. C, fue, arrasada por Siracusa, enaltecida por los romanos, y capital de la isla por un periodo breve de la Sicilia bizantina. Desde su toma por los normandos en 1078 hasta el siglo XVIII, no pasó de ser un apacible pueblo de costa. A partir del 1700, escritores alemanes e ingleses como Bartlett y Goethe que emprendían circuitos de inspiración por Europa, pararon por Taormina. Aún así, no sería hasta 1866 cuando el ferrocarril una la ciudad con Mesina, facilitando el acceso de turistas del Norte de Europa.
Cuna de los descansos de algunos de los escritores más importantes del siglo XX como Truman Capote, Tenessee Williams, Thomas Mann o Cocteau entre otros, y de artistas como Greta Garbo, Cary Grant, Dalí, Orson Welles o Rita Hayworth . Hoy es de una atracción turística tan masiva que ya no se puede pensar en descansar ni buscar la calma que precede la inspiración. Eso si, sigue siendo de una belleza descomunal.
Cuando bajamos del funicular nos encontramos en el tramo final de la Via Luiggi Pirandello, (la carretera que sube desde el mar que se puede hacer en auto o caminando). Unos pasos y nos encontramos con la porta Messina, que indica la entrada a la calle principal : Corso Umberto I, repleto de tiendas de ropa y de recuerdos, tiendas de antigüedades, y balcones vestidos de flores.
Nos dirigimos hasta la Via Teatro Greco que nos lleva hasta el espléndido y antiguo teatro , que es el monumento más visitado de Taormina. Se construyó en la época helenística y se reconstruyó casi en su totalidad en los tiempos de la dominación romana. Fue en esa época cuando el recinto se utilizó para la práctica de la lucha de gladiadores.
El teatro consta de nueve secciones, y está rodeado por un doble pórtico. Originalmente tenía una capacidad para unos 5.000 espectadores, y 109 metros de diámetro. Todavía se mantienen en pie alguna de la columnas de orden corintio que se alzaban en el muro situado tras el escenario. Es tan imponente al estar erguido sobre el monte y en medio del cielo azul y el mar Jonio que realmente uno tiene en algún momento que sentarse y disfrutar de la vista y sentir la historia bajo cada piedra, bajo cada columna, algunas incluso partidas y colocadas como parte del monumento en algunos laterales. El anfiteatro está en uso. Cuando lo visitamos a finales de la primavera se estaba montando un escenario seguramente para los shows durante la temporada de verano.
Cerca están las ruinas de las Naumachie, titánica obra de una pared sostenida con contrafuertes, que permitía almacenar en una cisterna, las aguas provenientes de la montaña, para abastecer la ciudad e irrigar campos.
Bajo un cielo azul enorme y luminoso mostrando sus rayos sobre el Mar Jonio nos resultó difícil dejar el anfiteatro. Pero había mucho que ver aún en Taormina . Hoy escribiendo estas líneas recuerdo la frase de mi hermano cuando le envié una foto desde allí , como Silvina Bullrich " Te acordarás de Taormina" y ciertamente fue así. El título de la novela de la gran escritora quedó en mi memoria vigente cada día. Y no puedo evitar recordar la frase textual cada vez que miro una foto o un video o alguien la nombra por allí. Hay muchos lugares bellos en este mundo pero tan encantadores como esta ciudad permitanme la duda. La conocimos un 8 de junio, en un largo y cálido día de sol. Por lo tanto esta historia.....continuará!