Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo,
pongamos que hablo de Madrid.
Joaquin Sabina
"El sol es una estufa de butano,
la vida un metro a punto de partir,
hay una jeringuilla en el lavabo,
pongamos que hablo de Madrid."
En el número 61 de la Calle Mayor de Madrid encontramos el edificio en que vivió y murió Pedro Calderón de la Barca, con una escueta placa en el primero que lo recuerda, y a su lado una curiosa tienda de regalos llamada La vida es sueño.
Siguiendo por la calle llegamos a uno de los lugares más emblemáticos por su historia, la Plaza de la Villa. En ella tienen su origen tres pequeñas calles, correspondientes al primitivo trazado medieval de la ciudad.
Le siguen en antigüedad la Casa de Cisneros (siglo XVI), un palacio plateresco que cierra la parte meridional del recinto, y la Casa de la Villa (siglo XVII), de estilo barroco, una de las sedes del Ayuntamiento de Madrid, ubicada en la zona occidental de la plaza.
Con motivo del tercer centenario de la muerte del marino Don Álvaro de Bazán (1526-1588), en 1888 el Ayuntamiento decidió erigirle un monumento en el centro de la plaza, que no se inauguró hasta el 19 de diciembre de 1891. La estatua de bronce es obra del escultor Mariano Benlliure, instalada sobre un pedestal del arquitecto Miguel Aguado, en cuya cara posterior pueden leerse los versos que Lope de Vega dedicó al homenajeado:
El fiero turco en Lepanto; / en la Tercera el francés; / y en todo mar el inglés, / tuvieron de verme espanto. / Rey servido y patria honrada / dirán mejor quién he sido / por la Cruz de mi apellido / y por la cruz de mi espada.
Bazán aparece pisando una bandera turca, vestido con media armadura y banda de Capitán General de la Armada sobre su pecho, apoyando la mano izquierda sobre el pomo de su espada y portando en la derecha una bengala de general.
"Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo,
pongamos que hablo de Madrid. "
Continuando con nuestro paseo, podemos seguir observando magníficos edificios pero nosotros nos vamos a detener en el nº 59. Su fachada y escaparate capturó inmediatamente nuestra atención.
Se trata de la Farmacia de la Reina Madre, una de las más antiguas de la capital, conocida popularmente con este nombre porque la Reina regente María Cristina encargaba en ella sus medicinas en el siglo XIX.
Pero la antigüedad de la Farmacia, se remonta años atrás, cuando la Farmacia suministraba los medicamentos a la Reina Isabel de Farnesio (esposa de Felipe V) en vez de hacerlo la Farmacia Real de Palacio, ya que temía que su hijastro Fernando VI, la envenenara. La decoración es de 1914, y en el interior se conservan más de 300 tarros de cerámica y cristal de los siglos XVI y XVII.
Se construyo en 1576 y su primera actividad estaba relacionada con la alquimia. El edificio donde se encuentra actualmente fue construido en 1913.
"Las niñas ya no quieren ser princesas,
y a los niños les da por perseguir
el mar dentro de un vaso de ginebra,
pongamos que hablo de Madrid. "
Sin embargo, su actividad comercial fue decayendo poco a poco ya que sus instalaciones no podían competir frente a los modernos supermercados y centros comerciales.
Para evitar su defunción, un grupo de particulares con intereses arquitectónicos, gastronómicos y pertenecientes a diferentes ámbitos culturales y sociales han formado la sociedad: El Gastrónomo de San Miguel, actual dueña mayoritaria del mercado. Su objetivo es resucitar y mejorar su actividad tradicional creando un mercado que tiene como referencia el de La Boquería de Barcelona. Es toda una apuesta: Resucitar el mercado tradicional, el de la compra diaria, con las ventajas del siglo XXI. El 13 de Mayo de 2009 reabrió sus puertas.
"Los pájaros visitan al psiquiatra,
las estrellas se olvidan de salir,
la muerte viaja en ambulancias blancas,
pongamos que hablo de Madrid.
Es un mercado interesante, no creo que logre el impacto de La Boquería pero tiene sus encantos. Tal vez demasiado prolijo y moderno. Teníamos idea de hacer un parate para tomar una caña con algunas tapas pero preferimos buscar un lugar mas tradicional.

Nunca vi tantos jamones juntos en mi vida, el aire que se respira allí dentro es de una alegría pantagruélica. Una fiesta de los sentidos cuando uno ha caminado tanto llegar a este emblemático lugar es la gloria.
"Donde el deseo viaja en ascensores,
un agujero queda para mí,
que me dejo la vida en sus rincones,
pongamos que hablo de Madrid."
Los orígenes de la plaza se remontan al siglo XVI, cuando en la confluencia de los caminos (hoy en día calles) de Toledo y Atocha, a las afueras de la villa medieval, se celebraba en este sitio, conocido como «plaza del Arrabal», el mercado principal de la villa, construyéndose en esta época una primera casa porticada, o lonja, para regular el comercio en la plaza.
Dispone de diez accesos, seis de ellos a través de grandes arcos que se abren a las calles 7 de Julio y Felipe III al norte; Sal y Gerona al este; Toledo al sur; y Ciudad Rodrigo al oeste.
Existe un séptimo arco, situado a la izquierda de la fachada de la Casa de la Carnicería, que no coincide con salida alguna de la plaza.
Y un octavo arco a la izquierda de la fachada occidental, de menores dimensiones, que tampoco coincide con salida alguna. Tres accesos no coinciden con arco alguno: Arco de Triunfo al norte; Zaragoza al este; y Botoneras al sur. El décimo acceso, tal vez el más conocido, es el Arco de Cuchilleros, en la esquina suroeste, que se abre sobre la calle de la Escalerilla de Piedra, pero este arco no es visible desde la plaza, ya que lo ocultan los soportales de esta. En el centro del lado norte de la plaza se levanta la Casa de la Panadería y enfrente de ella, en el lado sur, la Casa de la Carnicería.
Aquel mediodía estival había algunas damas vestidas con trajes típicos, mucha gente al cobijo de las mesas con sombrillas porque el sol arreciaba. Decidimos seguir camino a pocos metros se encuentra la Plaza del Sol y hacia allí nos encaminamos a lo que sería una largo día perdidos en el corazón de Madrid. (continuará).
"Cuando la muerte venga a visitarme,
que me lleven al sur donde nací,
aquí no queda sitio para nadie,
pongamos que hablo de Madrid"
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