miércoles, diciembre 28, 2011

Un mensaje de fin de año que me conmovió

Habitualmente llegan mails de reenvío que se van reciclando según pasan los años. Algunos son power point, otros simples mensajes de texto sin formato. Suelo ser poco afecta a reproducir esta infinita cadena por conocer el accionar maligno que no todos pero la mayoría tienen.
Sin embargo hoy recibí una salutación de fin de año y he decidido subirla a este blog porque me pareció francamente hermosa.
No conozco su autor pero si el amigo que me la envió y es el ingeniero Rodrigo Javier Gomez a quien agradezco mucho y declaro hasta hoy el mejor saludo de Año Nuevo que he recibido.

LA PIEDRA Y EL HOMBRE

El distraído, tropezó con ella.
El violento, la utilizó como proyectil.
El emprendedor, construyó con ella.
El campesino, cansado, la utilizó de asiento.
Drummond, la poetizó.
David, la utilizó para derrotar a Goliat.
Y Michelangelo, le sacó la más bella de las esculturas.

En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre... 

El año que viene es el mismo para todos, depende de nosotros lo que hagamos con él.


MUY FELIZ FIN DE AÑO
 Y MEJOR INICIO DEL 
AÑO NUEVO 2012!!

Aprovecho yo entonces para compartir otra piedras: Las Piedras para María de Pablo Neruda y desearles que con su lectura sientan la alegría del arte en vuestras almas.

PIEDRAS PARA MARÍA
LAS piedrecitas puras, 
olivas ovaladas 
fueron antes
población 
de las viñas 
del océano, 
racimos agrupados, 
uvas de los panales 
sumergidos:
la ola las desgranaba, 
caían en el viento, 
rodaban al abismo abismo abismo 
entre lentos pescados, 
sonámbulas medusas, 
colas de lacerantes tiburones, 
corvinas como balas! 
las piedras transparentes, 
las suavísimas piedras, 
piedrecitas, 
resbalaron
hacia el fondo del húmedo reinado, 
más abajo, hacia donde
sale otra vez el cielo 
y muere el mar sobre sus alcachofas. 
Rodaron y rodaron
entre dedos y labios submarinos 
hasta la suavidad inacabable, 
hasta ser sólo tacto, 
curva de copa suave, 
pétalo de cadera.
Entonces arreció la marejada 
y un golpe de ola dura, 
una mano de piedra 
aventó los guijarros, 
los desgranó en la costa 
y allí en silencio desaparecieron:
pequeños dientes de ámbar, 
pasas de miel y sal, porotos de agua, 
aceitunas azules de la ola, 
almendras olvidadas de la arena.

Piedras para María!
Piedras de honor para su laberinto!
Ella, como una araña 
de piedra transparente, 
tejerá su bordado, 
hará de piedra pura su bandera, 
fabricará con piedras plateadas 
la estructura del día, 
con piedras azufradas 
la raíz de un relámpago perdido, 
y una por una subirá a su muro, 
al sistema, al decoro, al movimiento, 
la piedra fugitiva, 
la uva del mar ha vuelto a los racimos, 
trae la luz de su estupenda espuma.

Piedras para María!
Ágatas arrugadas de Isla Negra, 
sulfúricos guijarros
de Tocopilla, como estrellas rotas, 
caídas del infierno mineral, 
piedras de La Serena que el océano 
suavizó y luego estableció en la altura, 
y de Coquimbo el negro poderío, 
el basalto rodante
de Maitencillo, de Toltén, de Niebla, 
del vestido mojado
de Chiloé marino, 
piedras redondas, piedras como huevos 
de pilpilén austral, dedos translúcidos 
de la secreta sal, del congelado 
cuarzo, o durísima herencia 
de Los Andes, naves 
y monasterios
de granito.

Alabadas 
las piedras 
de María, 
las que coloca como abeja a clara
en el panal de su sabiduría:
las piedras
de sus muros, 
del libro que construye 
letra por letra, 
hoja por hoja 
y piedra a piedra! 
Hay que ver y leer esta hermosura 
y amar sus manos 
de cuya energía 
sale, suavísima, 
una
lección 
de piedra.

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