Ayer tomé el subte de la línea E para combinar con el Premetro. Llevaba tiempos sin hacer ese viaje, tal vez años. De pronto, me encontré atravesando los barrios más al sur de nuestra ciudad. En sus primeros tramos atraviesa la parte posterior del cementerio de Flores donde cada vez que paso recuerdo con la misma claridad el momento en que dejé a mi padre allí, Luego los viejos campos de la "quema" que ahora son clubes sociales y deportivos alrededor del nuevo gasómetro la cancha de San Lorenzo (ya no de Almagro sino del bajo Flores). Ya bordeando la Av. Cruz aparece el Parque de la Ciudad. Mientras miraba como ese enorme predio pasaba ante mis ojos recordé los años ochenta. Mas precisamente una tarde de sábado del año 82 en que lo visité mis hermanos. Nestor y su esposa Julia y Cali y su entonces novia Liliana. Parece que estoy viendo a Nestor y a Lili subidos a una altísima rueda o "vuelta al mundo". El resto mirábamos absortos y por supuesto terriblemente cobardes. Liliana fue quien mas disfrutó. Tengo la idea que Nestor subió mas de caballero acompañante que para disfrutar del juego.
Interama, así se llama en ese entonces el parque fue favorecida con la concesión de un predio de 110 hectáreas en tiempos de la dictadura, cuando gobernaba la Capital el ex brigadier Osvaldo Cacciatore. Allí se habían comprometido a construir un parque zoofito geográfico y de diversiones, que nunca cumplió con las expectativas. En 1983, el ex intendente Julio César Saguier del gobierno de Alfonsín, anuló la operación, al considerar que la empresa había incumplido el contrato. El caso Interama se convirtió en un dolor de cabeza para los siguientes gobiernos incluso el de Aníbal Ibarra. . La comuna no podía vender ni desarmar ningún juego de lo que ahora se llama, Parque de la Ciudad. La causa, plagada de irregularidades para variar, a fines del 2001 conoció un fallo que determina que los porteños deben pagar al ex grupo empresarial una suma aproximada de 2.000 millones de pesos. Aunque Uds. no lo crean, hoy a mediados del 2007 el Parque de la Ciudad sigue aún sin resolver la cuestión judicial. El litigio entre la ex Municipalidad de Buenos Aires e Interama fue abordado por la Justicia Civil, primero, y luego por la Comercial. Fue esta última la que dio lugar al reclamo de la ex empresa Parque Interama. Sin embargo, durante la administración del consorcio privado también hubo causas penales por denuncias de desvío de fondos provenientes de préstamos del exterior.
En el expediente figura la compra de carritos para la venta de pochoclo por 100.000 dólares cada uno. La torre, de 200 metros, que todavía distingue al parque a lo lejos, y en la que se había diseñado un restaurante giratorio, habría sido pagada 10 millones de dólares, cuando el valor real es de unos US$ 3 millones. Cualquiera diría que tuvimos un Disneyword entre Soldati y Lugano y nunca nos dimos cuenta!
La medida judicial en cierta forma logró revertirse, pero se mantuvo una especie de limitación: sólo se podían hacer actividades que fueran autorizadas por el juez de la quiebra de Interama. Esa quiebra lleva más de veinte años y hoy hay un juicio por daños y perjuicios. Sólo queda un reclamo de honorarios, pero está en la Corte Suprema de la Nación y es imposible resolverlo hasta que no se resuelva ahí. Toda vez que la Justicia marcó un reclamo por $ 426 millones-, se consideró siempre que era imposible pagarlo.
En el mes de febrero pasado se reabría apenas un parte luego de años de abandono y desperdicio. Funciona como un espacio multipropósito con juegos, escuela de circo y espectáculos musicales.
Cuando me día cuenta ya había atravesado gran parte de Villa Soldati y estaba en Lugano 1 y 2. En el primero pasé los años jóvenes creyendo en utopías y amores con una boina blanca y la militancia radical en el regreso a la democracia.
Una señora que viajaba sentada a mi lado, humilde, que dijo vivir en los monoblock de Mariano Acosta antes de bajar dijo: " por eso hay un libro vio, que se llama El sur también existe" como final de una charla en la que lamentábamos el deterioro del parque Indoamericano y la utilización de los candidatos porteños de los problemas del sur de la Capital. Ella se bajó. Yo recordé el poema de Benedetti que musicalizara Serrat. Me quedé por un momento pensando como las obras literarias o artísticas en general lograban penetrar aún en quienes mas lejos de la intelectualidad se encontraban. Esta señora que estoy segura nunca escucho hablar del escritor uruguayo había sido influenciada en su pensamiento por su obra. Y sentía que esa frase era su bandera.
Me bajé en la estación Gabino Ezeiza frente a la calle Roca y crucé la avenida para caminar hasta el lugar donde se otorgan y renuevan los registros de conducir. Trámite que me llevará al menos tres incursiones más ya que solo los cursos de educación vial aunque Ud. no lo crea duran dos jornadas de tres horas cada uno. Luego deberé rendir un examen teórico para ver que aprendí. Hace casi veinte años que saqué el registro por primera vez y ya lo he renovado muchas veces. Si bien debo reconocer que se han agilizado mucho los trámites ( sobre todo por la extensión de atención a la tarde y los turnos previos por internet) también creo que están lejísimos de ser eficaces para mejorar o bajar la estadística de accidentes de tránsito. En fin, la semana próxima tendré por tres años mi licencia y dejaré seguramente de pasear en premetro.
A la vuelta me quedé colgada de una construcción en el terraplén de la Estación Illia ubicada en Veracruz y Avda. Lacarra. Estaba en medio de la tierra y algún árbol, parecía que vivía gente porque en la parte lateral se veían sogas de ropa tendida y bastante basura. Me pregunté si se habrían instalado allí o si era gente que trabajaba en la estación. En cualquiera de los dos casos no es digno vivir en esas condiciones. Y se que hay peores, pero esta allí, única, aislada, era un cachetazo en medio de la cara. Unos minutos después en Ntra. Sra. de Fátima” a la ubicada en la Avda. Mariano Acosta y Plumerillo, frente a la Plaza Nuestra Sra. De Fátima y la sede de la Parroquia del mismo nombre un piquete que recién se estaba armando nos detuvo para avisarle al chofer que era el último coche que pasaba porque cortaban la calle. Unas cuadras mas adelante, en la esquina de la Av. Cruz se veían los móviles de Crónica TV. Más tarde vi en el noticiero que la gente reclamaba por la inseguridad en su barrio. Una señora decía literalmente a la prensa: "Entraron por el piso de arriba , yo vivo en el noveno y me robaron una silla de ruedas". Y así sucesivamente seguían los reclamos. Otra comentó " A mi hija le mordieron las dos manos para que entregara el celular cuando venían del colegio".
Cuando bajé para combinar con el subte había perdido el boleto así que saqué nuevamente en la ventanilla de la estación Plaza de los Virreyes el ticket para llegar a casa. Cuantas cosas han pasado en mi vida desde aquel sábado veinticinco años atrás. Cuanto he amado y cuanto he perdido. Lo mismo ha ocurrido en nuestra ciudad. Lo mismo le ha ocurrido seguramente a quienes están leyendo este blog. Pero a veces , solo quince paradas de premetro (algunas no se puede ver ni el nombre) que unen los barrios de Flores y Villa Lugano alcanzan para reflexionar acerca de la vida , disfrutar de los recuerdos y ahorrarse una sesión de terapia.
Será que como dice la vieja canción de Rafaela Carra "para enamorarse bien hay que venir al sur". Lástima que nadie se acuerde nunca de los que viven allí.
Interama, así se llama en ese entonces el parque fue favorecida con la concesión de un predio de 110 hectáreas en tiempos de la dictadura, cuando gobernaba la Capital el ex brigadier Osvaldo Cacciatore. Allí se habían comprometido a construir un parque zoofito geográfico y de diversiones, que nunca cumplió con las expectativas. En 1983, el ex intendente Julio César Saguier del gobierno de Alfonsín, anuló la operación, al considerar que la empresa había incumplido el contrato. El caso Interama se convirtió en un dolor de cabeza para los siguientes gobiernos incluso el de Aníbal Ibarra. . La comuna no podía vender ni desarmar ningún juego de lo que ahora se llama, Parque de la Ciudad. La causa, plagada de irregularidades para variar, a fines del 2001 conoció un fallo que determina que los porteños deben pagar al ex grupo empresarial una suma aproximada de 2.000 millones de pesos. Aunque Uds. no lo crean, hoy a mediados del 2007 el Parque de la Ciudad sigue aún sin resolver la cuestión judicial. El litigio entre la ex Municipalidad de Buenos Aires e Interama fue abordado por la Justicia Civil, primero, y luego por la Comercial. Fue esta última la que dio lugar al reclamo de la ex empresa Parque Interama. Sin embargo, durante la administración del consorcio privado también hubo causas penales por denuncias de desvío de fondos provenientes de préstamos del exterior.
En el expediente figura la compra de carritos para la venta de pochoclo por 100.000 dólares cada uno. La torre, de 200 metros, que todavía distingue al parque a lo lejos, y en la que se había diseñado un restaurante giratorio, habría sido pagada 10 millones de dólares, cuando el valor real es de unos US$ 3 millones. Cualquiera diría que tuvimos un Disneyword entre Soldati y Lugano y nunca nos dimos cuenta!
La medida judicial en cierta forma logró revertirse, pero se mantuvo una especie de limitación: sólo se podían hacer actividades que fueran autorizadas por el juez de la quiebra de Interama. Esa quiebra lleva más de veinte años y hoy hay un juicio por daños y perjuicios. Sólo queda un reclamo de honorarios, pero está en la Corte Suprema de la Nación y es imposible resolverlo hasta que no se resuelva ahí. Toda vez que la Justicia marcó un reclamo por $ 426 millones-, se consideró siempre que era imposible pagarlo.
En el mes de febrero pasado se reabría apenas un parte luego de años de abandono y desperdicio. Funciona como un espacio multipropósito con juegos, escuela de circo y espectáculos musicales.
Cuando me día cuenta ya había atravesado gran parte de Villa Soldati y estaba en Lugano 1 y 2. En el primero pasé los años jóvenes creyendo en utopías y amores con una boina blanca y la militancia radical en el regreso a la democracia.
Una señora que viajaba sentada a mi lado, humilde, que dijo vivir en los monoblock de Mariano Acosta antes de bajar dijo: " por eso hay un libro vio, que se llama El sur también existe" como final de una charla en la que lamentábamos el deterioro del parque Indoamericano y la utilización de los candidatos porteños de los problemas del sur de la Capital. Ella se bajó. Yo recordé el poema de Benedetti que musicalizara Serrat. Me quedé por un momento pensando como las obras literarias o artísticas en general lograban penetrar aún en quienes mas lejos de la intelectualidad se encontraban. Esta señora que estoy segura nunca escucho hablar del escritor uruguayo había sido influenciada en su pensamiento por su obra. Y sentía que esa frase era su bandera.
Me bajé en la estación Gabino Ezeiza frente a la calle Roca y crucé la avenida para caminar hasta el lugar donde se otorgan y renuevan los registros de conducir. Trámite que me llevará al menos tres incursiones más ya que solo los cursos de educación vial aunque Ud. no lo crea duran dos jornadas de tres horas cada uno. Luego deberé rendir un examen teórico para ver que aprendí. Hace casi veinte años que saqué el registro por primera vez y ya lo he renovado muchas veces. Si bien debo reconocer que se han agilizado mucho los trámites ( sobre todo por la extensión de atención a la tarde y los turnos previos por internet) también creo que están lejísimos de ser eficaces para mejorar o bajar la estadística de accidentes de tránsito. En fin, la semana próxima tendré por tres años mi licencia y dejaré seguramente de pasear en premetro.
A la vuelta me quedé colgada de una construcción en el terraplén de la Estación Illia ubicada en Veracruz y Avda. Lacarra. Estaba en medio de la tierra y algún árbol, parecía que vivía gente porque en la parte lateral se veían sogas de ropa tendida y bastante basura. Me pregunté si se habrían instalado allí o si era gente que trabajaba en la estación. En cualquiera de los dos casos no es digno vivir en esas condiciones. Y se que hay peores, pero esta allí, única, aislada, era un cachetazo en medio de la cara. Unos minutos después en Ntra. Sra. de Fátima” a la ubicada en la Avda. Mariano Acosta y Plumerillo, frente a la Plaza Nuestra Sra. De Fátima y la sede de la Parroquia del mismo nombre un piquete que recién se estaba armando nos detuvo para avisarle al chofer que era el último coche que pasaba porque cortaban la calle. Unas cuadras mas adelante, en la esquina de la Av. Cruz se veían los móviles de Crónica TV. Más tarde vi en el noticiero que la gente reclamaba por la inseguridad en su barrio. Una señora decía literalmente a la prensa: "Entraron por el piso de arriba , yo vivo en el noveno y me robaron una silla de ruedas". Y así sucesivamente seguían los reclamos. Otra comentó " A mi hija le mordieron las dos manos para que entregara el celular cuando venían del colegio".
Cuando bajé para combinar con el subte había perdido el boleto así que saqué nuevamente en la ventanilla de la estación Plaza de los Virreyes el ticket para llegar a casa. Cuantas cosas han pasado en mi vida desde aquel sábado veinticinco años atrás. Cuanto he amado y cuanto he perdido. Lo mismo ha ocurrido en nuestra ciudad. Lo mismo le ha ocurrido seguramente a quienes están leyendo este blog. Pero a veces , solo quince paradas de premetro (algunas no se puede ver ni el nombre) que unen los barrios de Flores y Villa Lugano alcanzan para reflexionar acerca de la vida , disfrutar de los recuerdos y ahorrarse una sesión de terapia.
Será que como dice la vieja canción de Rafaela Carra "para enamorarse bien hay que venir al sur". Lástima que nadie se acuerde nunca de los que viven allí.
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