viernes, diciembre 01, 2006

La huerta en el techo

SILENCIO
Yo que crecí dentro de un árbol

tendría mucho que decir,
pero aprendí tanto silencio
que tengo mucho que callar
y eso se conoce creciendo
sin otro goce que crecer,
sin más pasión que la substancia,
sin más acción que la inocencia,
y por dentro el tiempo dorado
hasta que la altura lo llama
para convertirlo en naranja.
Pablo Neruda


Durante los primeros meses del otoño, mientras estaba la mayor parte de mi tiempo en casa cuidando a mi madre, encontré en el techo ( aún no estaba hecha la terraza) de casa comencé a sembrar semillas de distintas plantas de huerta. Con alguna dificultad para regarlas o para caminar sobre las chapas logré encontrar un espacio donde me comunicaba con la vida natural. El cielo , la luna, las estrellas, los atardeceres, las hojas pequeñas de las plantas que brotaban me hacian pensar muchas veces que llegaría la primavera. Una estación donde la vida se regeneraba a si misma. Finalmente , dias antes de llegar el invieron, mamá partió de este mundo. Mi huerta siguió creciendo en hojas verdes e hierbas malas o malezas que me ocupaba cada día de extraer. Así vi formarse hermosas plantas de lechuga akusai, ramitos de radicheta, y hermosos y pequeños tomates cherrys. Aumentaba cada semana la altura del tutor de los tomates y miraba cada día con ansias la siembra de espinacas que nunca brotaba. Hasta que todo apareció y creció y aún hoy estoy cosechando. En un sector diferente hay condimentos. Me sorprendí al comprobar que la salvia no se lleva bien con el cedrón en la misma maceta . Y por esas cosas de la vida, es ella quien se impone y él quien ha detenido su avance. Perejil, tomillo, orégano, romero no paran de multiplicar sus hojas. En estos días apareció el primero aji que obtuve de secar prolijamente las semillas de uno que compré en el otoño en la verdulería. Para el invierno lo sembré . Hoy esta a punto de ser cosechado. Debo decir que me agrada hundir los dedos en la tierra fértil. Que conservo desde niña el gusto por jugar con las lombrices y los bichos bolita. Que el agua de lluvia es y ha sido uno de mis mejores aliados . Por ello, es para mi sanador mirar la naturaleza, es una terapia que entibió siempre mi corazón. Y me acompaño en esta etapa igual que un abrazo recibido en el momento propicio.
Se los cuento...porque a veces no nos damos cuenta, que cerca esta lo que nos hace bien. Ojalá sepan de que hablo.

1 comentario:

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