lunes, septiembre 04, 2006

Un domingo de agosto en el Paraná de las Palmas




En campos de lino recobrarásel cielo que buscas en la extensiónpadre de las frutas y las maderasflorece en deltas tu corazón.Verde en el origen recorrerásturbio de trabajo la noche azuly desde la luna como un caminovendr tu brillo quebrando luz. El paraná en una zamba. ( Ariel Ramirez / Jaime Dávalos) a

El sol asomó en Buenos Aires. El mes de agosto es implacable generalmente por su mal clima y consecuentes feos presagios. Recuerdo desde niña el el horrible dicho popular " julio los prepara...agosto se los lleva". En fin, nada mas lejos de esta crónica que describir tristezas.
Leo, el muchacho que trabaja con Wally , le había dicho que irían con su moto a un encuentro donde la prioridad era la antiguedad del las mismas. Era en Escobar. Una buena oportunidad , de paso, para comer un asadito al lado del río. No conocíamos ese lugar. Se llama Paraná de las Palmas. Arrancamos casi al mediodía. Se sumaron Luciana por decisión propia y Luis por decisión unilateral ( mía). Así, panamericana y luego ruta 9 salimos en la bajada de Escobar y anduvimos derecho hacia el río. Cuando lo encontramos un cartel decía "Paraná de las Palmas". El lugar es muy humilde, precario, si se quiere. Tiene una especie de feria donde se venden plantas, licores, ropa usada, y todo tipo de cosas. Sobre la costanera unas parrillas sencillas donde comer asado si uno tiene paciencia de esperar cuando llega el domingo pasadas las dos de la tarde. Nos sumamos a la mesa de Leo y los muchachos que lo acompañaban que a esa altura ya habían comido y tomado bastante. Estaba Ezequiel , el hijo de Leo que insistía por una cañita para pesar. Finalmente logró el cometido y Wally lo llevó a comprarla. Es un niño simpático y cariñoso. Mientras nosotros nos quedamos almorzando un riquísimo asado , esta vez acompañado por gaseosas de litro. Había que darle al cuerpo su tiempo para recuperarse de la noche anterior en casa de Julian ( ver crónica anterior). Una vez finalizado el almuerzo nos fuimos a recorrer el lugar. El primer tramo nos acompañaron Leo y Ezequiel. Luego se volvieron. Recorrimos la costanera donde pudimos ver algunas de las motos antiguas, algunas en excelente estado.
Finalmente entramos por un camino muy similar al de la geografía del Tigre pero en el continente.
Caminamos por mas de una hora. Sorteamos algunos puentes bastante precarios para cruzar riachos. Vimos algunos paisajes luminosos y bellos. Encontramos en el camino diferentes y extrañas situaciones como un árbol atravesado por una cuerda de embarcación hace muchos años y allí quedó , entrelazada entre su tronco y su savia. Sacamos muchas fotos con poses de aviso publicitario .
Vimos árboles llenos de raices a la vista producto , suponemos, de la erosión del agua del Paraná, en el cual cruzaron enormes embarcaciones. Luciana subió una escalera al cielo en medio de altísimos álamos. De regreso, paseamos por la feria , compramos Aranccelo ( como el lemonccelo pero de naranjas)artesanal que degustamos allí y era realmente exquisito. Lu se trajo algunos cactus para su habitación. Luis insistió con los pastelitos de dulce de batata que estaban muy buenos para el mate que tomaríamos en el auto de regreso.
Apenas pasaditas las cinco de la tarde, el sol bajó y el viento frío se multiplicó. No había mas que hacer. El clima nos ordenó la retirada. Un lugar mas donde disfrutar de la naturaleza aquí nomas, a treinta minutos por autopista...a 3o minutos de vida...como rezaba el viejo disco de Moris.

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