viernes, septiembre 08, 2006

Ensaimadas y naranjas.




Aprovechando un viajecito laboral, el sábado al mediodía, y bajo el cielo mas gris y mas frío que recordara en el año salimos de casa hacia el oeste para dejar a Juan Manuel que tocaba con Madreselva en Moron Rock, mas exactamente , el Mansión Seré de esa ciudad. Cuando bajamos en el lugar para saludar a todos antes de seguir viaje el viento helado era realmente intolerable a la aire libre, donde ellos tocarían un par de horas despues....Subimos al auto, pasamos por Moreno y luego tomamos una ruta que cruza hacia el noreste para desembocar en la Panamericana y tomar nuestro camino. Hacia el final de la tarde, luego de un par de paradas por cuestiones de trabajo, llegamos a San Pedro para pasar la noche y disfrutar del día siguiente. Esta imágen nos recibió al atardecer, con sus ultimas luces naturales. No es poco. Nos alojamos en el hotel Costa Azul, a una cuadra de la costanera , a otra de la Plaza principal , apenas a un par de cuadras del centro. Limpio, calefaccionado, con cochera y desayuno....y buen precio...que mas? nos alcanzaba perfectamente.

A pocos metros del mismo se encontraba el Museo Paleontologico de San Pedro, mas exactamente , en la calle Pellegrini al 100. Montado en un hermoso caserón reciclado del siglo XIX guarda , registro y material , nada menos que de los últimos dos millones de años de la prehistoria de la región. Lo visitamos al día siguiente por la mañana temprano pero puedo contarles que vimos en él restos fósiles de los grandes mamíferos extinguidos. Vimos el gigantesco Megaterio, el pesado Mastodonte y el imponente Lestod, y los enormes Gliptodontes. Nos asustamos imáginando a un no tan gigante antecesor del perro: un cánido en una imágen imaginaria que mostraba al lado de sus restos como en jauría tomaban de alimento a un enorme tapir. Para finalizar vimos un documental de la historia y el trabajo del museo y sus voluntarios. Cuando nos fuimos , caminando por la vereda del sol mañanero, no dejamos de pensar en este mundo que tanto ha cambiado. Pero volviendo al día de llegada, apenas entramos a la ciudad visitamos La Ensaimada, un lugar en pleno centro donde se sirve la tradicional comida sanpedrina. Llegada a este lugar por los inmigrantes mayorquinos , rellenas con dulce de leche y / o crema pastelera, tienen un sabor increible. La ruta de la ensaimada, han dado los mismos comerciantes en llamar a un tramo de calles donde estan los distintos locales que venden este producto con la calidad original. Luego volvimos a pasear por la costanera alta, donde la barranca es imponente. Pasamos por el vía crucis , donde placas realizadas en relieve muestran el camino de la fe cristiana en medio de una barranca natural y luminosa. Bajamos el camino que va por al lado del río y recorrimos el resto de la orilla hasta el puerto de la ciudad. Una importante salida al mundo . Un gran barco de ultramar con bandera de Monrovia (Liberia) se encontraba en las aguas del puerto. El cerealero Cygnus Reefer. Era realmente imponente su imagen asociada al cielo violáceo del fin del día. A medida que cada uno de los últimos rayos del sol se escondía por el oeste, el cielo variaba de colores sin cesar. Bajamos un rato para mirar y nos encontramos para no perder la costumbre con un integrante de la familia canina del lugar que callejero, y bastante sucio era muy bonito y cariñoso. Walter lo llamó Pedro. Un perrito mas en nuestros caminos. Lo saludamos y volvimos el camino andado hacia el centro. Programamos una salida en crucero al día siguiente por el Río Paraná y volvimos al centro. Caminamos un poco nomas y nos encontramos con una pulpería, cuyo cártel anunciaba , era la casa mas antigua de San Pedro. Una esquina, una fachada impecable, con el cartel al frente que rezaba su edad y su nombre "1830". Por una calle un local de venta de antiguedades , por la otra , el lugar para comer. Una pizarra informaba en la puerta sobre los platos del día. Pollo al disco con vegetales y una picada para dos completa. Entramos allí y fue un regreso al pasado. Al conocido y recordado y al que supimos alguna vez conocer por nuestros abuelos y padres. Ginebra Llave, botellones de leche de vidrio, pupitres escolares de madera con un orificio para colocar el frasco de tinta, carteles azules y blancos que decían Telefono Publico, poster de peliculoas de los años cuarenta. Infinidad de avisos gráficos de todo tipo con anuncios y propagandas de las mas antiguas y variadas. Los primeros telefonos....en fin....un regreso al pasado de los abuelos o de la lejana infancia. Demas esta decir que finalmente comimos en el bar aquel. Una picada memorable, una calidez casi familiar y un buen tinto como el Rincon Famoso de la Bodega Lopez. No siempre sucede que uno quisiera perpetuar el tiempo, esta fue una vez de aquellas. La charla intimista, la arquitectura del lugar, la sonrisa de la mesera, el olor a cocina casera, formaban una mixtura que se parecía mucho a la felicidad.
Al día siguiente nos levantamos temprano, antes del mediodía esperabamos en un muelle la salida de un crucero que recorrería durante un poco mas de una hora el Paraná. Una travesía tranquila en un día soleado y muy pero muy ventoso. Contratamos el servicio en el Hotel Howard Jhonson de la ciudad, un hotel exquisito con servicio de Spa que no solo se puede utilizar a siendo huesped en el mismo sino que también se ofrece a aquellos que desean disfrutar una sola jornada del mismo con jacuzzi, sauna, pileta cubierta, masajes, etc. Si alguna vez andamos por allí prometo contar mas detalladamente ese servicio. Al regreso del crucero emprendimos regreso. Paramos a almorzar en "La campiña" de Monica y Cesar, los destacados y admirados periodistas de TV que conducen por las mañanas un programa de radio en Am del Plata. Allí luego de una espera interminable comimos lo que quedó de la parrilla. Un lugar hermoso tanto en el interior del restaurante como en el exterior lleno de plantaciones de cítricos, huertas, arboledas, y extensiones de campo. Lo mejor fue el postre. El nombre era algo así como el Postre o el Helado de Cesar. Media naranja de ombligo tan perfecta como una naturaleza muerta en cuyo interior estaba el helado de naranja cubierto con dulce casero y rodajas acarameladas de la misma fruta. Luego del almuerzo recorrimos con una visita guiada el lugar. Nos hablaron de las plantaciones de cítricos, de la importancia de las casuarinas en fila que parecían tocar las nubes en lo alto de sus ramas. Vimos un video donde Monica y Cesar nos contaban como empezaron con este sueño. Aprendimos sobre palomas mensajeras en el sector donde Cesar tiene las suyas. Recorrimos la huerta y finalmente compramos algunos dulces y emprendimos el regreso.
Detras nuestro apareció una oscura nube tormentosa que nos acompañaría cada tramo para bien de mis ojos que gustan de los cielos cargados de colores en el atardecer. Que mas se puede pedir....por el momento nada. Tal vez sea tiempo de agradecer simplemente que la vida nos ponga en un lugar y en un momento con la capacidad para poder disfrutarlo a pleno. Si cuando leen esto ya visitaron San Pedro sabrán que no exagero. Sino, es una buena oportunidad para hacerse una escapada cualquier día de estos.

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