viernes, febrero 03, 2023

Coronel Pringles : una parada camino a la patagonia.

"Nadie dijo nunca: qué aburrido es ver el atardecer desde distintos lugares del mundo."


Salimos casi al mediodía de la ciudad porque amaneció con intensa tormenta que además bajo la temperatura a pesar de estar avanzada la primavera. Y hacia mucho frío.

Nos esperaban 520 km. 

La canción de Celeste Carballo Querido Coronel Pringles sonaba en mi cabeza como un mantra: “Voy a tomar la Ruta 3

Cantando bajito, me voy para el campo 

Total, la ciudad como siempre dormida 

Ni se va a enterar que me llevo la vida y la música también…”

A la altura de Azul el cielo empezaba a despejarse. Hicimos una parada técnica y seguimos. 

En Olavarria mas precisamente en las Sierras Bayas dos formaciones aparecen en el horizonte como por arte de magia poniendo relieve a la gran extensión de campos de la llanura pampeana. Y el cielo se despeja completamente. Aunque el sol está en caída. Tomamos la RN51 como atajo y dejamos la 3 a la que volveríamos en un par de días. 

La ruta de enfrente cada tanto trae camiones que llevan detrás una decena de autos y otros acoplados que esperan asomándose el momento de avanzarlos. 

Es el momento de concentrar la atención porque los enormes acoplados sueles creer que las motos somos invisibles. Y de pronto es el momento de bajar la velocidad al mínimo posible y alguna que otra vez correrse a la banquina para recibir la disculpa desde la cabina al chofer con su mano levantada. 

Otros momentos en la soledad de la ruta rodeados de campo hasta el infinito y más tiene el encanto de la plenitud. 

Los pájaros grulla con su elegancia de cigüeña blanca, garza, alas negras que terminan en un fino zigzag acompañan parte del camino. Conviven en armonía con las vacas y terneros pastando. Me encanta verlos ágiles correteando alrededor de las posturas. 

El atardecer nos encuentra un par de horas antes de llegar a destino. El sol a medida que se acerca al horizonte da una tonalidad encendida a los campos verdes . Un brillo especial del que somos parte. Luego va adentrándose en él y cuando toca la delgada línea que separa el cielo de los mortales comunes se agiganta. Y desaparece sin más. Sabemos que en el resto del camino comenzará a sentirse el rocio que sucede a la puesta del sol. Pero vamos abrigados, el crepúsculo es intenso a falta de nubes y atenúa los colores filtrándolo con su tonalidad anaranjada. Unos 50  km antes de llegar la noche cerrada pone fin a la luz y el frío comienza a sentirse. 

Ya casi no quedan camiones solo alguna camioneta esporádica. 

Miro el cielo en el que se encendieron miles de millones de estrellas, no hay contaminación lumínica, la luna que debe estar terminando su ciclo de menguar no aparece. La nebulosa de la vía láctea es sublime. Mientras Wally sigue manejando a Pacha. Casi todo el camino conversamos por los intercomunicadores. 

¿Hace más de 40 años que están juntos y todavía tienen tanto que hablar? Nos preguntó uno de nuestros hijos hace poco con cierta admiración. Y si…hablamos, nos reímos, imaginamos lo que se viene, planeamos, recordamos sin demasiada nostalgia pero con gran agradecimiento anécdotas del pasado…en fin nos divertimos! 

Y a las 21 hs llegamos a este pequeña ciudad  del sur de la provincia de Buenos Aires que nos sorprende con su patrimonio arquitectónico Art Decó obra del gran arquitecto Salomone característico del principio del siglo XX  y su influencia. 

Nos alojamos en el Hotel Pringles que con un precio acomodado ofrece buen colchón, una ducha con generosa agua caliente y muy buena calefacción. Y estacionamiento. 

El canto de una bandada de pájaros anuncia que llegó la hora de despertarse y volver a la ruta para seguir hacia el sur. 

Antes de irnos buscamos un bar antiguo pero cuando llegamos ya no existía mas. Preguntamos donde desayunar y nos enviaron a la Shell. 

De camino hicimos unas fotos en la magnifica plaza principal diseñada por Salomone , una chica muy amable de la policía se acerco y se ofreció a sacarnos fotos. 

Era domingo a la mañana y la ciudad lucía casi vacía. Hacía frio a pesar del sol. Finalmente desayunamos en la estación de servicio que estaba justo enfrente de otros de los lugares imperdibles de Coronel Pringles. 

Uno es el antiguo matadero que hoy alberga oficinas publicas pero que su diseño con una torre en forma de cuchilla gigante impacta. 

Muy cerca están los El sendero Pillahuinco con su bosque abrazando un arroyo con cascadas. Fue puesto en valor hace pocos años. Un espacio hermoso para sentarse y disfrutar de la naturaleza con un matecito. 

Luego seguimos ruta hacia el próximo destino que era General Conesa, otra parada técnica de camino para llegar a Puerto Pirámides .

Les dejo el video en nuestro canal de Youtube con todos los detalles. 

Gracias por acompañarnos....SIEMPRE!






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