lunes, noviembre 21, 2016

Sevilla ( día 2) Parte 2 : Velazquez, Murillo, la judería y Triana

“Lo malo no es que los sevillanos piensen que tienen la ciudad más bonita del mundo. Lo peor es que puede que tengan hasta razón” Antonio Gala

Aquella tarde después de tanto andar decidimos regresar al hotel y almorzar de camino un poco atrasados. Caminamos muchísimo todo a la vera del Guadalquivir  y alrededor de las cuatro estábamos en el Puente Isabel II a pasos del hotel y en la esquina de Reyes Católicos y Segura almorzamos en el local de Domino´pizzas una cadena de pizza bebida libre que hoy está unos 6 euros por persona y son riquísimas y variadas.
Al llegar al hotel nos encontramos con una hermosa sorpresa por parte del Hotel Becquer que degustamos felices y agradecidos por la atención. 


Un par de horas después volvíamos a la calles de Sevilla renovados, felices y a puro festejo de cumpleaños. Mi regalo era una sorpresa. Llegaría a la noche. 


En principio nos dirigimos al Hospital de los Sacerdotes  Venerables 


El Hospital de los Venerables Sacerdotes de Sevilla (conocido popularmente como el Hospital de los Venerables) es un edificio barroco del siglo XVII que sirvió como residencia de sacerdotes, y que actualmente es la sede del Centro Velázquez, consagrado al famoso pintor Diego Velázquez.
Un pintor que yo admiro muchísimo y que sabía que podría encontrar allí obras de interés. 
Además nos encontramos con una joya arquitectónica. La obra del pintor se encuentra en un salón en el que no puede tomarse fotografías. 

La conforman unas doce obras de arte, como La Imposición de la casulla a San Ildefonso del propio Velázquez y el Retrato de Juan Martínez Montañés original de Francisco Varela, ambos propiedad del Ayuntamiento de Sevilla. La Fundación Focus-Abengoa ha aportado otro lienzo atribuido a Velázquez, una Inmaculada Concepción de principios del siglo XVII. Otros autores representados son Francisco Pacheco, Murillo y el italiano Bartolomeo Cavarozzi.
Para los amantes del la pintura del Siglo de Oro español es un imperdible. 

El edificio además de estilo barroco, consta de dos plantas donde se localizan el templo y la residencia en sí, que cesó con tal función en la década de 1970 aproximadamente.
Cuenta con un patio sevillano (que puede parecer también un claustro conventual), con una fuente central escalonada con gradas circulares que están decoradas con azulejos, se encuentra a un nivel más bajo por problemas de abastecimientos de agua. Alrededor del patio hay galerías de arcadas asentadas sobre columnas de mármol toscano con base ática, de modelo vignolesco. Y plantas verdes que embellecen el patio. 
La iglesia es pequeña pero impactante. Sugerimos verla desde el piso superior a través de unas rejas para luego visitarla y disfrutar de los frescos de Valdez Leal, Lucas Valdez y  Murillo entre otros. Es realmente estremecedora. 
 Además de las obras pictóricas, la sacristía posee una cajonería donde se guardan elementos sagrados. También son notables las piezas de orfebrería que se conservan en el edificio. En la parte central del altar mayor se puede observar a la Virgen de Belén. Entre sus obras también se pueden observar unos cristos de marfil del siglo XVIII. 
Esta visita la consideramos imprescindible en Sevilla para quienes aman el arte y la arquitectura. Tiene horarios muy estrictos y si pueden compren la entrada anticipada. Así lo hicimos nosotros. 



Continuamos nuestro camino por el Barrio de Santa Cruz 



Tiene su origen en la antigua Judería de Sevilla, cuando el rey Fernando III de Castilla conquista la ciudad, se concentró en Sevilla la segunda comunidad judía más importante de España, tras la de Toledo.
Tras la expulsión de los judíos en 1483, el barrio de Santa Cruz cayó en picado, hasta que a principios del siglo XIX se decidió la recuperación del barrio, para lo que se abrió la calle de Mateos Gago (la única calle relativamente ancha del barrio) y se re urbanizó la plaza que lleva su nombre.
Perderse entre sus callejuelas extremadamente angostas y particularmente encerradas y laberintícas es una gran idea. Y allí anduvimos nosotros perdidos en el corazón de Sevilla disfrutando cada paso caminado. Esos callejones como en las viejas juderías son ideales para librarse del abrasador sol del verano sevillano, creando corrientes de aire fresco, que terminan en plazas que parecen alejadas del centro de la urbe. 
Diferentes plazas la atraviesan como la Plaza de los Venerables ( donde está el hospital anteriormente descripto) que cuenta la leyenda es el lugar donde nación Don Juan Tenorio. 
Atravesamos el callejón del Agua, paralelo a las murallas, y por el que se traía el agua hacia los Reales Alcázares, y también fue hospedaje este callejón del escritor Washington Irving, como recuerda una placa .


Los Jardines de Murillo



 Saliendo de este callejón nos topamos con los preciosos Jardines de Murillo, otro lugar con encanto de Sevilla. Era el final de la tarde y los cruzamos caminando en busca del Real Alcázar. 
 Encontramos un árbol enorme y trepé entre sus raíces externas para abrazarlo y aún recuerdo aquella sensación. Era una caminata tranquila acompañada por un entorno verde apacible, ya el sol no se sentía y el clima era ideal para recorrer los caminos de los jardines. Alguna torcaza buscando agua de las fuentes, gente de la ciudad descansando luego de la jornada laboral, y un aroma a flores inolvidable. Tiene un monumento a Colón muy alto que corta con la imagen verde intensa de todo alredor.  Estos jardines tienen 8.500 metros cuadrados.4 Las calles de los jardines van delimitando cinco glorietas. En 1923 se inauguró una glorieta dedicada al pintor José García Ramos.En 1976 se pavimentaron los caminos con enchinado, losas y escuadras de cerámicas .A partir del siglo XIX las ciudades españolas decidieron sortear los muros de las ciudades o derribarlos para mejorar las comunicaciones viales. Esta mejora de las comunicaciones de los barrios se conocía como "ensanche"
A comienzos del siglo XX el monarca Alfonso XIII cedió los terrenos donde en la actualidad están los jardines de Murillo al Ayuntamiento de Sevilla. En la zona había trozos de muralla y la tapia de la huerta del Retiro. 
 Nos dirigíamos a los Reales Alcazares de Sevilla donde yo sorprendería a Wally con el regalo de cumpleaños. 


Y allí llegamos a la puerta del Real Alcázar de Sevilla para una función nocturna muy especial. Pasaríamos la noche en los jardines en lo que fue una función de arte e historia inolvidable.

 El Real Alcázar forma parte de la historia épica e íntima de Sevilla desde que surgiera hace más de diez siglos en la pradera donde el viejo Guadalquivir se despedía de la urbe buscando el Océano. Fortaleza de la ciudad y de su río grande. Casa de gobernantes y atalaya de otros mundos, del Oriente y África, cuando el almuédano llamaba al rezo desde Córdoba a la Meca. Frontera de Castilla y Sur del imperio que pretendió el rey Sabio. Horizonte de Ultramar cuando la Casa de la Contratación fue puerta de un Nuevo Mundo. Esplendor de los Austrias, dorada decadencia. Exotismo romántico, jardín semejante a maravilla persa. Jardín antiguo, recuerdo del melancólico poeta… Cernuda lo describió: Sueño de un dios sin tiempo.

Hoy el Real Alcázar de Sevilla, sigue contando los pasos del tiempo por nuestra ciudad, escuchando el latido de sus habitantes, mostrando al mundo su impulso creativo. Y cada verano, desde hace dieciséis años, este palacio milenario abre las puertas de sus jardines cuando se esconde el sol, para invitar a sus visitantes a un recorrido desde los sonidos del medievo a nuestro propio tiempo; y donde la música, la naturaleza y la arquitectura nos relatan la memoria atesorada entre sus muros durante siglos. De este modo se presenta cada temporada de verano este show imperdible. Es imprescindible sacar las localidades con anticipación y prepararse para vivir en plena noche una viaje en el tiempo donde transcurre la historia de una época de los califatos y su resistencia en uno de los últimos bastiones de los moros. En medio se cuentan historias de amor y un juglar nos acompaña en el recorrido por todos los jardines a las luz de las velas, ambientado estrictamente y nos lleva a la fantasía y la imaginación sin límites.  Para aquellos que van a Sevilla en esa época tengan en cuenta que pueden sacar las entradas con anticipación haciendo click aquí.
Hay también noches de gala para escuchar música clásica con una sinfónica en vivo en los jardines pero nosotros fuimos a la sesión teatral.
Elegí esta visita porque unos días después visitaríamos otro alcázar como la gran Alhambra de Granada y esta opción nos permitía disfrutar de otra versión. No se pueden tomar fotos ni filmar por lo cual todo aquello queda en la memoria emocional y vívida de cada uno.

Salimos exultantes de felicidad. Nos tomamos una foto con la Giralda iluminada en la noche de un verano soñado.
Y por supuesto nos fuimos de tapas. Anduvimos por la Bodega de Santa Cruz nuevamente y luego caminamos por la orilla del Guadalquivir hasta el Puente de Isabel II, allí tomamos unas fotos de la luna y de la costa iluminada donde predominaba la Torre de Oro en todo su dorado. Cruzamos
Triana
a Triana y seguimos de tapas. Improvisamos una torta de caracoles que no parábamos de comer entre caña y caña. Y luego nos perdimos por las calles de Triana con destino incierto. Cuando dieron las doce regresamos al hotel con un cumpleaños viajero de Wally mas en el haber y el recuerdo de un día que jamás olvidaremos. Sevilla aún tendía mucho mas para brindarnos.....continuará!






















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