viernes, noviembre 03, 2006

Gesell y el fin de semana de la Raza.

"De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo. " J M Serrat

El fin de semana largo de octubre viajamos a Gesell donde se celebra la Semana de la raza en el mar y ademas de vivir un adelanto de lo que será la siguiente temporada se puede encontrar un poco de aire puro y la belleza del mar al alcance de la mano. Nada mas necesario a estas alturas del año. De un año, al menos para mí, muy desgastante. Como invitamos a los abuelos Odi y Don Luis y no entrabamos en el Uno le pedimos la Partner a nuestro amigo Julian e hicimos cambio de auto.
Fue un fin de semana inolvidable. El primer día nos escapamos a Mar del Plata huyendo de la tormenta y la fuerte lluvia que caía sobre la villa. Allí nos recibió un día nublado y calido donde recorrimos los lugares habituales. Comimos parrilladas de pescado y mariscos en Puerto Cristal en la zona justamente del puerto. Visitamos los lobos marinos y esa escollera. Recorrimos la costanera y nos sacamos fotos con la vista imponente de la ciudad a las espaldas. Ya de noche regresamos a Gesell contentos y cansadísimos.
El domingo que era el día de la madre salimos temprano a ver la paella gigante que se realiza como todos los años en el polideportivo y luego elegimos para comer al mediodía un restaurante que nos recomendaran los amigos Alicia y Nito que este año tienen duplex propio en la zona del muelle. O sea, en nuestro barrio. Allí degustamos la paella y la cazuela de calamares y compartimos en familia el día de la madre. Faltaba Juan Manuel, que su trabajo le impidió viajar y mi madre que emprendió otro viaje mas largo. A los dos , de alguna manera, los disfruté en mi corazón. A la noche, los abuelos tiraron la toalla y con Lu y Wally fuimos al centro, comimos una grande de jamon y morrones en Carlitos y vimos el recital de Alejandro Lerner en la Plaza Primera Junta. En el mismo escenario donde en temporada se realiza el Gesell en Concierto. Fueron dos horas a full, con la plaza completa de hits. No faltó ninguno. AL día siguiente fuimos a la playa, era un día de sol y la temperatura permitió que disfrutaramos de la mañana. A pesar de los intentos no logramos meternos en el agua que parecía que estaba enfriada con cubitos. Por la tarde paseamos por el centro, compramos cosas ricas y dulces y volvimos para hacer los bolsos y emprender el regreso. Sobre el final de la tarde yo recorrí algunos lugares por cuestiones laborales y como se hizo tarde decidimos quedarnos a ver el cierre de los festejos de la raza en el muelle ya que había fuegos artificiales a las nueve de la noche. Salimos alrededos de las diez. Felices por el lindisimos fin de semana largo, tomando mate, y charlando. Cuando estabamos por Pinamar, de pronto , en segundo, un auto nos embistió de atras. El estallido de la luneta trasera, la confusión, el miedo, la camioneta que se ladeaba, finalmente entramos en la banquina y nos detuvimos. Todos estaban bien. Algunos magullones y chichones. El muchacho parece que no nos vió, venía cansado y yo creo que dormido. Cuando llegamos a la Capital habían pasado mas de doce horas. Agotados, angustiados, con un sabor amargo y extraño dejamos a los abuelos en su casa y volvimos a la nuestra. Por algun motivo, la vida este año, no pensaba darme tregua. Pensé en que estabamos todos para contarlo. También pensé en el apoyo que nos brindaron nuestros amigos los dueños de la camioneta. Y me di cuenta una vez mas que razon tiene el Nano Serrat cuando canta "De vez en cuando la vida". Asi fue, "nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza."

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