lunes, septiembre 19, 2005
Urondo: me lo recomendó una amiga
Hace un par de días, mi amiga Mari me llamo por teléfono para ir a cenar a un restaurante que había visto varias veces al pasar y frente al cual siempre decía: “tenemos que venir una noche de estas….”. Es un bodegón, me dijo….no se bien la esquina por la zona de Parque Chacabuco, una esquina. No recordaba bien si se encontraba en Estrada o Tejedor o algunas de esas calles.
Quedamos para el siguiente jueves, día en el cual reconfirmamos el hecho. Arreglamos para pasar a buscarlos. Nos confirmaron que estaba en la calle Estrada y Beauchef. Y para mas datos, Julián (su esposo), agregó, cuando pasé esta mañana había un pizarrón bien de bodegón en la puerta que decía los precios. Había comidas desde seis pesos hasta doce o trece.
Unos minutos pasadas las nueve de la noche pasamos a buscarlos, ellos estaban con la pequeña Agustina. Cuando llegamos al restaurante, a simple vista, notamos que de bodegón solo tenia la tiza con la que alguien pudo escribir el pizarrón que también era “paquete”. Se llamaba Urondo. A saber, un poeta santafesino nacido en los años treinta llamado Francisco más conocido como Paco Urondo. .
Al atravesar la puerta nos recibieron muy cordialmente olores a olivas e hierbas. Y apenas nos sentamos cuatro copas de champagne ya que festejaban sus primeros dos años de vida.
Walter nos sugirió sonriente: Y si nos vamos?
Demás está decir que los nombrados seis pesos no eran más que la cuarta parte del valor promedio de los platos y los que aludían en la pizarra no eran otros que los que anunciaban el valor de una copa de vino.
. Eligiendo laboriosamente entre la corta pero exquisitas opciones de la carta logramos ordenar. Un tapeo para cuatro, pan casero regado con un buen malbec como es el La Rosa de Don David, cosecha 2003, nos permitió relajarnos. Luego compartimos solomillo (lomo de cerdo) y arroz a los cuatro quesos. A esa altura además de relajados ya estábamos disfrutando de la excelente cordialidad del lugar. Además Agus no paraba de sacar fotos ( que gentilmente donó a este blog) .
Los postres también los compartimos: natillas catalanas con canela ( increíbles!!) y mil hojas de chocolate y pastelera tan ricos como escasos.
Una experiencia más, digna de conocer. Tal vez una sorpresa en medio de ese barrio. Una grata sorpresa, sobre todo que haya superado ya los dos años. Aunque lo ideal es llegar con los bolsillos preparados. Si eso no ocurre, tal vez cuente con un buen amigo que a la hora de recomendar no se fije en gastos y caiga por sorpresa como nosotros. A propósito, Urondo, el poeta, hablaba en una de sus obras de un bar.
Bar "La Calesita"
Es el fondo de un bar. Es un lugar parecido a una
cueva donde uno se sienta, bebe y ve pasar a
hombres enrarecidos por distintos problemas. Es una
gran linterna mágica.
Es una gruta retirada del mundo que cobija a sus
criaturas. Uno se siente allí ferozmente feliz.
Acaba de aparecer el primer hombre, apenas ha
aprendido a caminar, aún no sabe defenderse.
El hombre sonríe y llora y sigue la fiesta.
Francisco Urondo
Y yo le agregaría. Es también el lugar donde uno puede encontrarse con los amigos y no dejar de soñar.
Las siguientes fotos, tambien fueron sacadas por Agustina:
Hasta la próxima recomendación!
Labels:
Restaurantes
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrar