La llegada de Timoteo

Luego de un año duro y bajo presiones este primer fin de semana de julio y luego de la derrota de Argentina en el mundial partimos con Walter para Pergamino. El objetivo: comprar un contrabajo. Por esas cosas raras de la vida, en esta ciudad se encuentran los dos únicos fabricantes de este tipo de instrumentos del país. Uno de ellos es prácticamente un músico que tiene como hobbie su realización. Y el otro caso, un matrimonio que ha convertido esta actividad en una pequeña empresa que ya, incluso está vendiendo fuera del país.

Conocimos allí al matrimonio DIGIACOMO & YAVICOLI (http://www.digiacomoyyavicoli.com.ar/)integrado por el luthier Mario Digiacomo y Silvia Yavicoli que ademas de lustrar los intrumentos es una artista plástica que pinta hermosos cuadros. Elegimos el que nos agradaba que era uno de 3/4 con acabado mate y nos aseguraron la entrega para el día siguiente que era domingo. Salimos de allí muy contentos con la compra realizada y almorzamos en una parrilla sobre la ruta de Pergamino donde disfrutamos como todos los comensales de la derrota por penales de Inglaterra. Luego de una vuelta por la ciudad nos fuimos para San Nicolas de los Arroyos que queda a unos 80 km de allí sobre el final de la tarde tomamos la ruta. Cuando llegamos a San Nicolas paseamos un poco por la plaza principal que nos recordó mucho a la de Concordia ( y seguramente a la de tantas otras ciudades diran ustedes con razon....) y buscamos algun hotel para pasar la noche. No nos fue fácil. Es una ciudad muy concurrida no solamente por el conocido santuario de la Virgen del Rosario quien fue vista y escuchada en los años 80 por una mujer de la ciudad de San Nicolas de los Arroyos, sino tambien porque la vieja planta de Somisa, hoy devenida en Siderar, aloja personal en los hoteles de la zona por razones momentáneas de estructuración. La oferta hotelera es medianamente amplia pero bastante alta en costos para los servicios y características que brinda, sobre todo para el pasajero medio. Dos grandes hoteles para personas de buen poder adquisitivo y bastantes alojamientos económicos. En la franja del medio poca cosa. Despues de buscar un largo rato encontramos el Hotel Riviera quien por un precio accesible nos brindó un servicio mas que decoroso en una habitación doble con tv y calefacción, baño privado y completo incluida bañera y desayuno. Allí conocí a una caniche muy simpática ( eran dos en realidad) con la camiseta de la selección argentina de Messi y dos colitas con moñitos anaranjados, que me acompaño durante el desayuno del domingo en la falda.
La noche del sábado comimos pizza a la piedra en un bar frente a la plaza principal. Tenía palmitos, muzzarella, jamón, huevo duro y morron. Algo realmente exquisito. El domingo salimos temprano, paseamos temprano por un lugar muy agreste llamado Parque Aguiar Un ambiente natural, algo como un ecosistema pero no tan preservado como debería. S pueden ver algunos asentamientos, ganado, los caminos deteriorados y aparecen focos de basura clara y visiblemente arrojados por los vecinos. Una lástima! Lo atraviesa un arroyo llamado Yaguarón que debe el nombre a una antigua leyenda india. "En este arroyo habita el Yaguarón, un ser maligno con cabeza de perro y cuerpo de serpiente. Los primeros guaraníes que llegaron a la zona decían que el monstruo dormía en las profundidades y que por las noches atacaba a los hombres." Luego pasamos por la oficina de Turismo que se encuentra atravesando un pintoresco puente que cruza un pequeño canal. Allí nos recomendaron un recorrido. El mismo comenzó con la visita a la Casa del Acuerdo en la calle La Nacion al 100. En este edificio de ladrillo de adobe y patio con aljibe, en 1852 se celebró el Acuerdo de San Nicolás, que sentó las bases para la organización del país y la posterior sanción de la Constitución Nacional. Recorrer las grandes salas es ingresar en una dimensión poblada por la miradas de los próceres argentinos que contemplan a los visitantes desde los antiguos retratos que decoran las paredes.
Continuamos por los alrededores de la ciudad y fuimos hacia el arroyo Ramayo por la ruta que vá a la ciudad homónima. Apenas un tramo de cruzarlo nos acercamos a la entrada de la vieja planta de Somisa hoy devenida en Siderar, en camino pasamos por el Hotel Colonial, un casco de estancía imponente que se presenta sobre la ruta. Funciona ademas como estancia, spa, salon de fiestas, conferencias, etc. De allí volvimos para el otro sector de la ciudad donde se encuentra el Santuario de la Virgen del Rosario que se erigió en el lugar de las apariciones. Muchos devotos llegan a diario desde todos los puntos del país. Es un barrio muy concurrido y pintoresco, muy parecido a Lujan pero con un entorno mas colorido. Hay un altar en el exterior justo en el lugar donde fue vista donde la gente deposita flores y velas. Por detras, varias canillas donde los creyentes juntan el agua bendita en bidones y botellas. La obra aún no está terminada y un gran galpon aloja otra imágen de la virgen a un costado del altar principal donde se escucha la misa y se realizan los sacramentos.
En los alrededores del lugar cientos de puestos y santerías que venden velas, imágenes y hasta bidones para los que llevan agua bendita. También algunas cantinas y parrillas económicas en los alrededores como San Timoteo que inspiraría el nombre de nuestro nuevo instrumento. En el camino de vuelta vimos la casa de un poeta nicoleño que tenía la construcción de un barco , era realmente bonita e insólita. De allí nos fuimos a almorzar a un restaurante que está sobre la costanera, el único por cierto, llamado El muelle. Comimos boga porque teníamos la intención de probar un pescado de río. Y ese fue el que nos sugirió el mozo luego de advertirle que no nos agradaban los de gusto fuerte. Era realmente muy rico solo que un poco grasoso. Lo acompañamos con Lopez tinto. Una vez mas en la vida, la foto que nos sacó amablemente el mozo aparece con una rebanada menos de la cabeza de Wally, pero ya estamos acostumbrados a que eso ocurra....esta vez al menos, no nos tocó a los dos. Luego del almuerzo paseamos un rato sobre la costa del lugar y notamos que pertenecía a un club náutico. Desde el muelle pudimos observar a lo lejos un pedacito del Río Paraná ya que frente a la costa el arroyo no deja ver el río abierto. Wally jugó con un reflector gigante que era muy
llamativo por su tamaño y se podía observar que llevaba la marca General Electric.
Luego con el agua para el mate lista nos despedimos del lugar y volvimos a tomar la ruta que regresaba a Pergamino. Era domingo , poco mas de las cinco de la tarde y el sol bajaba lentamente sobre el cielo pintado por grandes nubes blancas.
Ya atardeciendo llegamos a la casa de Monica y Mario a buscar el contrabajo. Estaban preocupados porque no llegaron a hacernos la funda y ademas tenía una cuerda menos por una falla en el sobre del encordado. No era grave. En Capital compraríamos la que faltaba y la siguiente semana nos llegaría por correo la funda. Apenas lo vimos nos alegró mucho ver el trabajo realizado. Nos ayudaron a envolverlo y protegerlo para que entrara en el auto. Quedó en el medio de nosotros la parte alta como una barrera. Le colocamos un saco de lana mío que tiene un gorro muy largo tipo duende y quedó tan bonito que decidimos llamarlo Timoteo. Antes de irnos charlamos un poco de la vida, del arte y del budismo. Fue un gusto conocerlos realmente!
Volvimos hacia la noche a tomar la ruta a Buenos Aires. Un par de horas despues entrabamos nuevamente a la ciudad un poco mas relajados y con ganas de ver a los chicos.

Mientras entrabamos a la ciudad , la imagen del obelisco y la llovizna húmeda contrastaban con el recuerdo de un viejo caseron en los suburbios de San Nicolas que Wally me pidió que fotografiara porque pensaba pintar al óleo. Por fin la autopista anunciaba la bajada. El fin de semana se terminaba con un poco de nostalgia por los dos días transcurridos y la alegría de llegar a casa con Timoteo como nuevo huesped.